viernes, 11 de septiembre de 2015

De Regreso Al Bosque (2)

... Continuación...

Al fin el letrero válido que da la entrada al centro del bosque. El centro está compuesto de grandes y viejos árboles. Hay penumbra en todo este espacio y el suelo está despejado, sólo hay musgo y algunas hojas. Esta gruta verde es una especie de salón para reunirse con otros y descansar, aunque no para habitar de modo permanente.

Se escucha un fino rumor de agua. Voy hasta el punto, es un chorrillo que  se desliza entre las quilas. Sigo subiendo y un poco más allá, hay un claro soleado, no muy extenso, en ese lugar sí se puede construir una casa. Como muchos habitantes del bosque, necesitamos una caparazón y es una de las primeras cosas que deberíamos aprender a construir.

Luego de un trecho llegó hasta el segundo recinto del bosque de Olivillos.  Aquí están los árboles como siempre fueron en estas costas, grandes y fuertes. En este sitio está la mayor concentración de los que quedan. Hacia abajo la mirada se encuentra con el mar, las rocas y la espuma. Aún con árboles el sitio es soleado.

Siento que en este lugar el tiempo se condensa, es pasado y es presente.  Está muy lejos atrás, ha sido así durante mucho tiempo,pero le veo ahora. Mi visión es sólo un destello ¿Pero cuánto dura ese destello?










Tomo algunas fotos y me parece que es hora de regresar. Sigo el sendero señalizado, más cerca del mar, aquí hay varios miradores.  Hay magníficas vistas de la ladera del bosque hacia el mar. Bastante lejos se ve una construcción. Es un privilegio tener un lugar para vivir aquí. No saco fotografías, confío estas vistas sólo a mis ojos. 

Camino rápido entre los setos del jardín laberinto, voy en bajada.  El intento de acercarme al último mirador se hace largo y me devuelvo, ahora cada minuto cuenta para tomar el bus de regreso. Abandono entre los arbustos mi bastón de marcha y llegó a la entrada que ya está cerrada.  El cuidador sale de la casa para abrirme y nos despedimos.

Tomo el camino asfaltado, voy por su berma. Siempre está la idea de encontrar el mejor lugar para vivir. Ya hay bastantes casas en Curiñanco, pero a diferencia de Niebla tiene una planicie extensa. Observo los sitios y las casas, la mayoría pequeñas. Nada es parecido a mi idea, ni casas, ni distancias, ni cercos.  Camino unos 20 minutos en la última luz del atardecer, veo a un par de personas cortando el pasto o arreglando sus patios. Un perro cruza la carretera para investigar al caminante y luego se aleja, todo está muy tranquilo.





Al recorrer estos parajes  la sensación de distancia se hace fuerte cuando debo regresar. Siempre hay que esperar y prefiero hacerlo en movimiento en la dirección del regreso. Si el horario del bus no se cumple debo caminar 25 km... Otros vehículos pasan sólo cada cierto tiempo. Si has dejado pasar uno, puede tardar una hora el siguiente y habrá que ver si te lleva.

Veo a la distancia a alguien esperando cerca de una garita, me acerco y aparece el bus que aún  debe ir hasta el final para dar la vuelta. Saludo al pasajero y comenzamos a hablar de los buses y de la leña. Es un profesor recién jubilado, viene a ver una cabaña que tiene aquí. Hay charla para todo el regreso.



jueves, 10 de septiembre de 2015

De Regreso Al Bosque


Septiembre debutó con sol. Dos días después estaba arriba de la micro iniciando la primera excursión de la temporada.

Parece que entre Niebla y Curiñanco  la distancia hubiese aumentado desde la última vez.  Si 25 km. Se hacen largos en bus, para un caminante pueden ser muchos, dependiendo sobre todo de las circunstancias. La sensación de distancia es sobre todo mental.






Al final de Curiñanco está la Playa Chica, ese es también el nombre del paradero. Me bajo y  camino directo hacia el mar, desde ese punto  puedo ver abajo la playa.  Se ven algunas personas, parecen visitantes, hay sólo un bote. Supongo que ahí el mar pega menos fuerte y los pescadores pueden zarpar.

No recordaba así el lugar. El año pasado lo vi, aunque quizás no desde este punto y antes estuve dos veces al menos. Es extraño, pero por lo inesperado, más atractivo (o debería preocuparme por mi memoria...).










Ahora sí, voy en dirección al parque. Una pareja de chicos se despiden del cuidador. Nos saludamos.

El valor de la entrada es voluntario,pero el cuidador tiene un cartel que dice: 1000 pesos. Es su “movida”.  Como no es un precio alto  lo “respetamos”.

Me dice, usted ha venido antes… esto para evitarse la explicación acerca del recorrido.  En buenas cuentas es simple, es unidireccional, hay que seguir el sendero trazado, que en muchos tramos es estrecho, incluso parece como esos jardines laberintos.

La vez anterior vine con un amigo y eso le da un ritmo a la marcha, donde por supuesto no quieres quedar atrás. Ahora se me hace más largo, no recordaba tener que subir tanto. También depende del estado de tu energía, esta vez estoy un poco remolón.

El objetivo es llegar al bosque de grandes Olivillos. Esa es la meta en este parque. La subida tarda media hora aprox.  Y esta todo señalizado, hay barandas tarimas y puentes. Todo reparado provisoriamente. No hay que descuidarse, es mejor mirar bien donde se pisa y hacerlo ligeramente.

Busco una rama como bastón de marcha. Esto es simple precaución en un terreno desconocido. Aunque el puma si lo hubiere, es aún más precavido que tú. En cuanto a humanos malintencionados, siempre conviene tener algo con lo que guardar distancia, aunque en  este ambiente no es probable encontrarlos.




Luego de pasar un par de letreros que te despistan sobre la proximidad del bosque de Olivillos, sigues caminando un buen tramo más hasta llegar a él.

Continuará...