miércoles, 29 de abril de 2015

CAMINATA 1



En mis paseos  recorro una y otra vez los mismos lugares. Siento que vivo en una isla, sus límites son difíciles de traspasar. He vivido mucho tiempo aquí y cada parque, calle o casas tienen historias que se  superponen como capas de  pintura sobre la madera gastada.

De estas caminatas y de lo que encuentro en ellas les contaré.

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¿Cómo participar de la bella luz del día?  Dejarla pasar sería perder demasiado…

Esta vez no partiré en el puente sino 1 km. más allá por la nueva costanera.  
Me bajo del bus a la altura de la plazoleta y enfilo por las escaleras derruídas hacia la ribera.Una pareja de chicos de liceo están acurrucados. Mis primeras citas también fueron cerca de aquí…

Al comienzo del paseo puedo ver la casa donde nació Claudio. Una antigua casona que desde siempre me ha intrigado. Pertenece a un tiempo y a un espacio misterioso y ajeno, pero que quizás la mente pueda alcanzar dejándose llevar.





Desde este punto miro el río y puedo ver el puente hacia Las Animas. Una postal menos conocida… 
Esta vez mi idea es llegar a Collico y el primer tramo es pasar frente a lo que queda de la estación de trenes.  Hay un par de miradores nuevos hacia el río, entre los que se intercalan trozos de playa y vegetación espontánea que pescadores o furtivos visitantes aprovechan. A esa altura hay un encino junto a lo que fue una oficina o bodega. La vez anterior unos chicos que fumaban marihuana me saludaron buscando complicidad…





Llego al destruído portal de la estación y veo la casa de la familia Sabat,luego paso frente a la casa de los abuelos pero no voy por la acera sino por la línea del tren. Soy un anónimo caminante encapuchado.






Al lado de las bodegas en ruinas de la Naviera Haverbeck hay un terraplén con un letrero que indica propiedad privada. De inmediato viene la fábrica de Harinas Collico de los Kunstmann. En esta ciudad hay  privilegiados. Se interrumpió la continuidad de la costanera para no expropiar parte del terreno de la fábrica y la casa familiar. Más allá en el barrio Collico la costanera se recupera.
Miro al otro lado de la calle y hago un odioso descubrimiento, una antena camuflada como si se tratara de un árbol. 







Al mismo lado en la colina aún existe una antigua casa que mi madre visitaba cuando niña. Han cortado los grandes tilos.


















Hay actividad industrial al final de Collico por eso el constante paso de camiones y vehículos de todo tipo. En este punto debo cruzar la calle. Retomo al otro lado la línea del tren. Supongo que ningún tren vendrá. Hace mucho que ya está todo paralizado y el tren turístico a Antilhue no funcionó el último verano... Cruzo los durmientes y el empedrado, me siento como Johnny B. Goode  el de la canción de Chuck Berry, pero no tengo guitarra ni un saco de arpillera donde llevarla,sólo tengo la cámara fotográfica.























Vuelvo a cruzar la calle. El cuartel de bomberos da la entrada al barrio Collico. Camino por su costanera, aquí no está previsto ningún plan de modernización, lo nuevo es sólo el muelle para las lanchas solares. La idea de la empresa es recuperar varios de los antiguos embarcaderos a través del río.






Llego a la playa de Collico y la escena está anclada en otra época. Viejos y menos viejos conversando o pescando junto al río entre los sauces a la luz del atardecer. El flujo temporal ha encontrado aquí un remanso. Soy el presente, unos pasos más y quedaría inmerso.











Podría seguir pero miro la hora y  decido tomar el bus de vuelta antes que dejen de pasar. Lo hago junto a esta casa.  Otras vistas quedan pendientes en este extremo de mi isla.